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La libertad de expresión en el eje del debate.

En un clima tenso, tras un ataque a la casa del dibujante Alfonso Barbieri, se inaugura hoy una muestra de artistas censurados.
Está prohibido fumar. En el subsuelo del Pabellón Argentina, como en cualquier otra dependencia pública, no se puede. Sin embargo, ¿cómo decirle a Alfonso Barbieri que deje de encender un cigarrillo tras otro? Está montando las obras suyas que integran la muestra colectiva que forma parte de las “Jornadas por la Libertad de Expresión” que organiza la Universidad Nacional de Córdoba. Y está nervioso, visiblemente.
Ayer a la mañana, Barbieri encontró la puerta de su casa quemada. Agresores anónimos habían prendido fuego la entrada a su domicilio, en un claro mensaje intimidatorio. Barbieri fue el blanco, pero el golpe fue para muchos. En principio, para todos los artistas que participan de la muestra, y para sus organizadores. Lo cierto es que el nerviosismo fue el común denominador durante el montaje de la muestra, que abre hoy a las 19 en medio de un importante operativo de seguridad. “El diálogo es imposible”, dice Barbieri, y repite lo que dijo tras los ataques que sufrió en junio de este año, cuando un grupo de fanáticos religiosos liderado por Julián Espina irrumpió en el Centro Cultural España Córdoba y destrozó algunos de sus dibujos por considerarlos ofensivos (ver A la espera...).
La muestra. En el camino hacia el subsuelo del Pabellón Argentina, una serie de carteles avisa al espectador: “En esta exposición hay obras que pueden herir la sensibilidad religiosa, moral o ideológica del visitante. Queda bajo su decisión ingresar a la misma. Los menores de edad deben ingresar acompañados de un mayor”. Además, hay policías y medidas de seguridad que impiden entrar a la sala del subsuelo con bolsos o mochilas.
Como una figura de fondo detrás del escándalo de la violencia, los artistas que participan de la muestra son: Remo Bianchedi, Marcos Acosta, Jorge Cuello, Federico Schüle, Roque Fraticelli, Ana Gallici, Candelaria Silvestro, Juan Juares, Guillermo Alessio, Alfonso Barbieri, Federico del Prado y el Grupo Urbomaquia. Todos ellos sufrieron versiones de una censura que la UNC intenta poner en el centro de un debate abierto.
Porque además de la muestra, las Jornadas incluyen dos mesas de discusión y la proyección del video León Ferrari. Retrospectiva 1954-2004, que podrá verse el martes 23 a las 19 y que es un registro documental sobre los violentos sucesos que interrumpieron, entre fines de 2004 y principios de 2005, la muestra del artista en el Centro Cultural Recoleta de Buenos Aires. Empobrecimiento. Según el docente de la Escuela de Artes de la UNC, Pablo González Padilla, uno de los organizadores de las Jornadas, la agresión a la casa de Alfonso Barbieri “puede empobrecer los objetivos, en tanto van a focalizar la atención en una cuestión de violencia entre grupos antagónicos, mientras que nosotros lo que pretendemos es complejizar el espacio de discusión, de las responsabilidades y de los límites del arte.
De repente un gesto de violencia hace que todo el acontecimiento quede atrapado en un enfrentamiento entre lo bueno y lo malo”. Y agrega: “Como espacio universitario, tenemos la responsabilidad de hacer de esto un problema que deje algún tipo de conocimiento”. Y sobre la real posibilidad de un diálogo, González Padilla advierte: “Hay que reconocer que estos grupos fundamentalistas no quieren el diálogo, entienden las cosas en una sola dirección. Pero ellos no son toda la sociedad, por eso debemos abrir el debate”.
Sobre las paredes del subsuelo también hay unas hojas pegadas. Tienen textos de reflexión acerca de la censura. Acaso el párrafo más claro al respecto sea el de Eugenio Zaffaroni, ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación: “Toda democracia debe evitar la censura para fortalecerse. Esto tiene inconvenientes y a veces resulta muy molesto, pero en definitiva ningún Estado tiene derecho a sancionar el fracaso del pensamiento o de la intención artística. Soportar lo tortuoso y lo feo es el precio que debemos pagar para garantizar el espacio en que brota lo creativo y lo bello”. Signo de los tiempos, la muestra sobre la libertad está custodiada por todos lados. Agentes uniformados, prohibiciones varias. Matafuegos de respaldo. La tensa calma que rodeaba ayer al montaje de la muestra parecía decir mucho más que la muestra misma. Condenada a la custodia policial, la exposición espera hoy a sus visitantes. A los que vayan a pensar. Y a los otros.

Fuente: http://www.lavoz.com.ar/defaultak.asp?edicion=/07/10/17/

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